29 de marzo de 2014

El llamado

Hace 8 años sentí el llamado de la selva, gracias a mi tía monja, una especie de abrecaminos de la mente que misionaba en el Amazonas, lugar al que se fue en los 90, cuando Brasil todavía parecía estar demasiado lejos. Yo era una niña cuando desapareció de mi vida para ir a ayudar a comunidades indígenas, gente que sufría de extrema pobreza. Nada que en Chile no pasara de todos modos.
El llamado de la selva consistía en un deseo de dejarlo todo por ir a conocer ese lugar.
Mi viaje se disfrazó de muchas cosas y se planificaron muchos viajes y destinos. La realidad es que llegar a la selva era la única meta.
Si mi padre no me hubiera criado con tanta seguridad, y con eso de que todo puede ser posible, quizás no me hubiera atrevido a congelar la u, dejar todo, y partir a explorar fuera del país por tanto rato.
Como sea, tiempo más tarde volví. Siempre vuelvo, pero siempre me vuelvo a ir.
Fui y volví a varios lados creyendo que ya había dibujado varias rayas sobre el planeta, pero la tía ahora ya no está en Amazonas, ahora está en el Congo. Y como si puera la punta de la flecha en la tribu familiar, la tía querida, que viene cada 4 años para ver cómo hemos crecido, esta vez llegó con sus canas blancas, contando historias de casas muy pobres con niños negritos, de cómo ponen los nombres, de cómo hay tantas viudas por la guerra, de cómo es vivir sin ley en la parte más pobre de Africa. Y ahí escuché el llamado por segunda vez, la idea en mi cabeza de irme un tiempo a Africa, al congo. Se me vinieron todos los documentales de Nat Geo a mi cabeza, pero las fotos que mi tía  tomó en el Congo lo acercaban más al norte de Chile que a la postal de los animales en la poza de agua.
El llamado diciendo: ven Maru, vente un tiempo para acá, ven, VEN...
Hice caso omiso, ya no soy la misma de hace 8 años, tengo una cada, un hijo, una empresa, una responsabilidad...
Pero no es el Congo quien me llama, me llama el África oriental, me llaman pueblos en un idioma que desconozco por completo. Hoy en una postal creada por mi mente, mientras lavaba los platos vino a mi la visión de una mezquita llena de niños en trajes azules cantando en coro. Azulejos pintados y un atardecer naranjo sin árboles, tierra café claro.
Pero hoy al ver esta página www.flightradar24.com, algo me movió dentro de mi cuerpo mientras investigaba las rutas, ciertas rutas muy desconocidas, rutas que me llaman.
Me di cuenta que no sabía nada de esos pueblos, de su cultura, arquitectura, así que hoy mantengo mi postura: ya no soy la misma de hace 8 años, tengo una cada, un hijo, una empresa, una responsabilidad...
Pero comenzaré a leer algo sobre esos lugares.



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